Al leer la sinopsis de este libro es fácil imaginar que en su interior nos encontraremos con una novela policial, de esas donde hay un asesinato, un policia inteligente que tendrá la capacidad para resolverlo, la familia de una víctima que develará uno que otro secreto y por supuesto un asesino que tarde o temprano con muchos o pocos artilugios será atrapado y condenado por su crímen. Pues si, hay un asesinato, hay un policia, hay una familia que espera respuestas y hay un asesino, lo que no hay es la intriga, ni el misterio. No hay una investigación estructurada que uno como lector pueda seguir para ir adivinando quién mató y por qué lo hizo. Entonces qué nos encontramos en las páginas de esta novela?...
Vicente del Árbol decidió utilizar su extraordinaria capacidad narrativa para "meternos de cabeza" en los hoyos negros de los personajes de esta historia. Nos pasea por las profundidades acuosas de traumas mentales que cobran vidas de gente inocente, de infancias traumáticas por abusos sexuales, maltratos físicos y psicológicos, por pérdidas de seres queridos que provocan trastornos, aislamiento, excesos de alcohol, sexo y drogas para intentar olvidar el dolor, y por supesto, no falta la historia del hombre que por amor comete un error que le cuesta años en prisión y la culpa de haber llevado a su amada a engrosar la lista de desaparecidos de un gobierno dictatorial.
"La víspera de casi todo" fue escrita con el infalible recurso del manejo del tiempo. Esos saltos entre los años, los meses y los días. Está ambientada en diferentes locaciones - Alemania de los años 50, Argentina, Barcelona, A Coruña, Punta Caliente - lugares que no tienen mucho peso como contexto porque poco o casi nada se describe de ellos, más bien fueron utilizados como sitios para que los personajes tuvieran una procedencia y un lugar donde estar. Porque realmente lo que resalta en las diferentes historias es la forma en que estos personajes viven con su doloroso pasado, cómo intentan luchar con sus demonios y cómo se entrelazan sus desgracias.
Más que el fondo de lo que se narra, me ha gustado su forma. En mi opinión, Vicente del Árbol tiene un estilo muy particular. Me gusta la mezcla de una narración sutil pero cruda al mismo tiempo. Sombría pero rítmica. Poco descriptiva, muy directa, desnuda...
No creo que sea un libro para multitudes. Tampoco es una lectura imprescindible. No es tan bueno como "Un millón de gotas". Pero si tienes curiosidad y quieres leer algo intenso emocionalmente, por este puedes empezar.
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