Hace una semana que
terminé de leer Liubliana, y todavía estoy asimilando lo que leí. No me mal
interpreten. Es un libro excelente. Creo que la tardanza para comentarlo se
debe a que es un libro con el cual me
identifiqué bastante. Ya he leído tres libros de este autor y definitivamente tiene la capacidad de atraparte y que vivas sus historias.
Liubliana está
escrita en primera persona. Gabriel Guerrero, en retrospectiva, nos toma de la
mano y nos muestra su vida desde la infancia hasta ese momento donde decide que
si ha de morir debe morir en Liubliana. En este paseo acudimos a un relato
nostálgico y muy crítico. Gabriel es parte de una generación que yo llamo
“boba”. Porque vivíamos en aquellos tiempos de democracia donde había de todo y
para todos. Venezuela siempre ha sido un país inmerso en pobreza e ignorancia.
Siempre ha tenido problemas de inseguridad. Pero durante las décadas de los 80
y 90, antes de todo el desagradable fenómeno de la revolución bolivariana, los
jóvenes que crecíamos en este país vivíamos en una burbuja. Solo nos importaba
nuestro entorno, nuestros amigos, nuestras pasiones. Lo demás, la vida
política, las fallas sociales se conocían pero no se enfrentaban. Fuimos
indiferentes, despreocupados e indolentes. Gabriel Guerrero vive en esa burbuja
hasta que las desgracias la rompen y se da cuenta que no tiene las herramientas
para sobrevivir a tanto desatino. Que la verdadera historia de su vida es un
enorme “don nadie”. La mejor manera de afrontar lo que sucede en el país, en su
ciudad y en su urbanización es huir. Irse de Venezuela para no regresar. Muchos
hemos deseado hacer esto. Muchos ya lo han hecho y cada vez más decimos adiós a
familiares y amigos sin saber cuándo los volveremos a ver.
En Liubliana, se
mezcla esa necesidad de partir con la sensación de destierro. El que se va
siempre piensa en volver. El que se va ha dejado amores que intenta recuperar.
Gabriel vive todas estas emociones y por cosas del destino, logra reencontrarse
en otras fronteras con personas que continuamente lo regresan a ciudad natal.
El que se va consigue cierta seguridad, pero no necesariamente tiene el mejor
trabajo, ni forma una familia perfecta y la muerte de conocidos y amigos de la
infancia es igual de dolorosa.
Esta novela tiene
de todo. Ahora entiendo el intrincado relato de su sinopsis. Mientras Gabriel nos enseña a sus amigos, a
su familia, a su esposa, paralelamente nos cuenta de su trabajo en España, el
país donde decidió aterrizar escapando de la revolucionaria Venezuela. En este
aspecto creo que Eduardo Sánchez Rugeles tomó un riesgo enorme. Nos muestra con
poco descaro ese lado hipócrita de las grandes organizaciones que se preocupan
por la pobreza del mundo. En buenos términos de una novela negra o suspense, la
misteriosa muerte de un compañero de trabajo y una especie de conspiración
entorno a esta, adornan la historia principal. Un punto interesante para darle
más empuje a la enredada vida de su protagonista.
Como bien dice la
sinopsis “Liubliana es el nombre de una ciudad, pero también el recuerdo de una
pasión…” Una novela como esta no podría sobrevivir sin el amor. Pero el amor
obsesivo siempre duele y lleva a la locura. La historia de amor que se vive en
las páginas de este libro es desgarradora. Tiene escenas
que cortan el aliento y embriagan.
¿Qué me gustó de
este libro? Todo. Me encantaron los cambios de tiempo en un mismo apartado de
un capítulo. Esta técnica te permite vivir el caos de los recuerdos, de los
pensamientos y de las emociones del protagonista. Me gustó la música. Las
letras de canciones ubicadas entre la historia, muy relacionadas con el relato,
genera una sensación nueva al leer, más cercana, más íntima, más amena y por
demás te lleva a tus propios recuerdos. El estilo narrativo es formidable. No
empalaga, no cae en descripciones innecesarias. Es atrevida e irónica. Un humor
negro la envuelve pero no cansa.
Sí, es un libro que
recomiendo. Principalmente para todos los que vivimos en este país, a ver si
nos miramos con más detalle ante el espejo y para todo el que no viva en
Venezuela, así nos conocen no solo por nuestras desgracias sino también por la
calidad literaria que somos capaces de crear.
Escrito por: Leney Tovar
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