23 de abril de 1564 - Nace, William Shakespeare, dramaturgo y poeta inglés. Solamente con sus versos hubiera ya pasado a la historia
de la literatura; por su genio teatral, y especialmente por el impresionante retrato de la condición
humana en sus grandes tragedias, Shakespeare es considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos.
Tercero de los ocho hijos de John Shakespeare, un
acaudalado comerciante y político local, y Mary Arden, cuya familia
había sufrido persecuciones religiosas derivadas de su confesión
católica, poco o nada
se sabe de la niñez y adolescencia de William Shakespeare. Parece
probable que estudiara en la Grammar School de su localidad
natal, si bien se
desconoce cuántos años y en qué circunstancias. Según un coetáneo suyo,
William Shakespeare aprendió «poco latín y menos griego», y en todo caso
parece
también probable que abandonara la escuela a temprana edad debido a las
dificultades por las que atravesaba su padre, ya fueran éstas económicas
o derivadas
de su carrera política.
Sea como fuere, siempre se ha considerado a
Shakespeare como una persona culta, pero no en exceso, y ello ha
posibilitado el nacimiento de teorías según las cuales habría sido tan
sólo el hombre de paja de alguien deseoso de permanecer en el anonimato
literario. A ello ha contribuido también el hecho de que no se disponga
en absoluto de escritos o cartas personales del autor, quien parece que
sólo escribió, aparte de su producción poética, obras para la escena.
La
andadura de Shakespeare como dramaturgo empezó tras su traslado a
Londres, donde rápidamente adquirió fama y popularidad en su trabajo
para la compañía Chaberlain's Men, más tarde conocida como King's Men,
propietaria de dos teatros, The Globe y Blackfriars. También representó,
con éxito, en la corte. Sus inicios fueron, sin embargo, humildes, y
según las fuentes trabajó en los más variados oficios, si bien parece
razonable suponer que estuvo desde el principio relacionado con el
teatro, puesto que antes de consagrarse como autor se le conocía ya como
actor.
Su estancia en la capital británica se fecha,
aproximadamente, entre 1590 y 1613, año este último en que dejó de
escribir y se retiró a su localidad natal, donde adquirió una casa
conocida como New Place, mientras invertía en bienes inmuebles de
Londres la fortuna que había conseguido amasar.
La obra de Shakespeare
La publicación, en 1593, de su poema Venus y Adonis,
muy bien acogido en los ambientes literarios londinenses, fue uno de
sus primeros éxitos. De su producción poética posterior cabe destacar La violación de Lucrecia (1594) y los Sonetos (1609), de temática amorosa y que por sí solos lo situarían entre los grandes de la poesía anglosajona.
Con todo, fue su actividad como dramaturgo lo que dio
fama a Shakespeare en la época. Su obra, en total catorce comedias,
diez tragedias y diez dramas históricos, es un exquisito compendio de
los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana. Tras unas
primeras tentativas, en las que se transparenta la influencia de Marlowe,
antes de 1600 aparecieron la mayoría de sus «comedias alegres» y
algunos de sus dramas basados en la historia de Inglaterra. Destaca
sobre todo la fantasía y el sentido poético de las comedias de este
período, como en Sueño de una noche de verano; el prodigioso
dominio del autor en la versificación le permitía distinguir a los
personajes por el modo de hablar, amén de dotar a su lenguaje de una
naturalidad casi coloquial.
A partir de 1600, Shakespeare publica las grandes
tragedias y las llamadas «comedias oscuras». Los grandes temas son
tratados en las obras de este período con los acentos más ambiciosos, y
sin embargo lo trágico surge siempre del detalle realista o del
penetrante tratamiento psicológico del personaje, que induce al
espectador a identificarse con él: así, Hamlet refleja la incapacidad de actuar ante el dilema moral entre venganza y perdón; Otelo, la crueldad gratuita de los celos; y Macbeth, la cruel tentación del poder.
En sus últimas obras, a partir de 1608, cambia de
registro y entra en el género de la tragicomedia, a menudo con un final
feliz en el que
se entrevé la posibilidad de la reconciliación, como sucede en Pericles. Shakespeare publicó en vida tan sólo dieciséis de las obras que se le atribuyen;
por ello, algunas de ellas posiblemente se hubieran perdido de no publicarse (pocos años después de la muerte del poeta) el Folio, volumen recopilatorio
que serviría de base para todas las ediciones posteriores.
Fuente: BIOGRAFÍAS Y VIDAS
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