martes, 20 de enero de 2015


CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS DE ESCRITORES FAMOSOS


Gabriel García Márquez

Para escribir necesitaba estar en una habitación, descalzo, con una flor amarilla sobre la mesa y con una temperatura determinada. Pero si no encontraba inspiración, no escribía absolutamente nada. Podía pasar meses sin escribir una sola línea.
El Gabo podía pasar 30 años con una idea en la cabeza y no se sentaba a escribirla hasta que la tenía perfectamente hilada. Una vez alguien le aconsejó que, si quería hacer un buen relato, antes tenía que contarlo muchas veces, para ver qué partes atraían al oyente y cuáles le aburrían. Eso es lo que solía hacer con sus novelas. Las contaba y contaba hasta apasionar a la gente. Conforme las iba contando, las nutría con nuevos detalles. Estuvo contando la historia de Crónica de una muerte anunciada durante 30 años. También es curiosa la manera en que se inspiraba en cosas que le sucedieron en su vida o que le contaron sus padres y sus abuelos. Cien años de soledad es el compendio de historias que le contaba su abuelo. El amor en los tiempos del cólera está inspirado en sus padres.

Ernest Hemingway
Hemingway no podía escribir sin sus amuletos de la suerte en su bolsillo derecho: “una castaña de Indias y una pata de conejo raída, con los huesos y los tendones relucientes de tanto sobarlos".
Le gustaba evitar el calor, por eso escribía sobretodo en la mañanas, unas 500 palabras al día.  Aunque era de pluma fértil, también sabía cuándo parar. En una carta a F. Scott Fitzgerald en 1934, escribió: «Escribo una página de una obra maestra y noventa y una páginas de mierda. Ya he puesto la mierda en la basura».

William Faulkner
Compartió su vida entre el joven escritor Sherwood Anderson y el alcohol. Él mismo describió su vida así: «Nos reuníamos en las noches y nos íbamos a un lugar a beber y estábamos allí hasta alrededor de la una o dos de la madrugada bebiendo. Anderson hablaba y yo escuchaba. Luego, en la mañana yo me ponía en reclusión y escribía –con los efectos de la resaca que trataba de mitigar con pequeños tragos-; y la próxima vez que nos veíamos lo mismo: pasábamos la tarde y la noche juntos bebiendo, charlando, contándonos posibles historias y a la mañana siguiente a trabajar. Y pensé entonces que si esa era la vida que había que llevar para ser escritor, que así sería la vida para mí».



Isabel Allende
De niña era tan pequeña que su madre la llevó a un gimnasio donde le ataban los pies y las manos para estirarla y así poder alargar su cuerpo.
El 8 de Enero de 1981 le dijeron que su abuelo estaba a punto de morir. La carta que Isabel comenzó a escribirle fue el inicio de su novela La Casa de los Espíritus. Desde entonces, cada 8 de Enero empieza una novela.

En una ocasión tuvo un sueño erótico con Antonio Banderas en el que éste aparecía cubierto de guacamole y tumbado sobre una tortilla. A partir de este sueño empezó a escribir Afrodita.
Se dice que Allende hace conjuros antes de ponerse a escribir. Al empezar a escribir, enciende una vela. Cuando ésta se apaga, deja de escribir.

José Saramago
Nunca escribía más de dos folios al día aunque tuviera una idea a medio desarrollar. Decía que nadie es capaz de escribir más de dos buenos folios de literatura al día.
El apellido que lo coronó como los mejores literatos del mundo no era el nombre de la familia, pues cuando sus padres, José de Sousa y Maria da Piedade, acudieron a registrarlo; la persona encargada del Registro Civil cometió un error y en lugar de escribir José Sousa, como debería de llamarse, anotó José Saramago, tras bromear con el apodo de la familia de su padre, la cual era conocida como "Jaramago".
 En 1998 consiguió el Premio Nobel. "Fue una azafata quien me dijo que había ganado el premio", confesó en una entrevista. Al parecer, él estaba en el aeropuerto alemán de Frankfurt, a punto de embarcar para tomar rumbo a la isla de Lanzarote, cuando le avisaron por megafonía que tenía una llamada. Y antes de que pudiera atender el teléfono, la azafata le comunicó la noticia.

Mario Vargas Llosa
Disciplinado, se dice que es un maniático del orden. Por la mañana escribe en casa, y por la tarde, en una biblioteca. Lo hace de lunes a sábado. El domingo lo dedica a sus artículos periodísticos.
Los libros de su biblioteca están ordenados por motivos curiosos: por tamaño, por países u otras categorías inimaginables. Acumula gran cantidad de figuras de hipopótamos de todos los tamaños y clases. Eso fue a raíz de uno de sus primeros relatos, Katy y el hipopótamo, sus amigos decidieron regalarle figuras de hipopótamos.




Emily Dickinson
Los amores trágicos de Dickinson la hicieron aislarse, primero no salía de su casa, y luego, de su propia habitación. La decisión de encerrarse era ya definitiva: «No salgo de las tierras de mi padre; no voy ya a ninguna otra casa ni me muevo del pueblo». Esta exageración de la vida privada se había convertido, para esa época, en una especie de fobia o morbosa aversión a la gente.
Escribía sin parar en cualquier trozo de papel que encontrase pero era básicamente para ella, sólo personas muy cercanas podían leer sus poemas. Poco después de la muerte de la poetisa, su hermana Vinnie descubrió ocultos en su habitación 40 volúmenes encuadernados a mano, que contenían la parte sustancial de la obra de Emily: más de 800 poemas nunca publicados ni vistos por nadie.

Frank Baum
El célebre autor de "El maravilloso Mago de Oz", se inspiró en un cajón de un archivador para poner el nombre a su obra. Al parecer, la etiqueta del archivador indicaba "O-Z".




Dostoievski   

Nació en 1821 en el manicomio donde trabajaba su padre. Vivió su infancia rodeado de enfermos mentales, algo que según los historiadores marcó su vida y su obra.






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