Revisando por aquí y por allá en la web, nos encontramos con un artículo bien curioso: 40 originales dedicatorias de libros. Aquí compartimos las que nos parecieron graciosas, dramáticas, irónicas y conmovedoras.
Las dedicatorias más singulares y originales
A Colin Firth. Eres un gran tipo, pero estoy casada, así que creo que debemos ser sólo amigos.
Shannon Hale, Austenland
Más o menos con el mismo espíritu con el que Matthew Salinger, de un año de edad, le insiste a un compañero de mesa para que acepte un haba fría, insisto yo a mi editor, mentor y (Dios le ampare) mejor amigo, William Shawn, genius domus de The New Yorker, amante de la probabilidad remota, protector de los poco prolíficos, defensor de los extravagantes sin remedio, el más insensatamente modesto de los grandes editores-artistas natos, a que acepte este librito más bien escuálido.
J.D. Salinger, Franny y Zooey
Dedico este libro a George W. Bush, mi comandante en jefe, cuya impresionante carrera a pesar de su incompetencia lingüística me inspiró a creer que yo podría escribir un libro.
A Luis León Rupp, a quien siempre recibo en mi casa con una etiqueta negra en el whisky y el corazón en la mano.
Camilo José Cela
Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera.
Esto no es para ti.
Dedicado a la persona más fuerte que conozco: yo.
Carmen Martín Gaite
Para el alma que ella dejó de guardia permanente, como una lucecita encendida, en mi casa, en mi cuerpo y en el nombre por el que me llamaba.
Para mi hermana Anita, que rodó las escaleras con su primer vestido de noche, y se reía, sentada en el rellano.
Mi primer padrastro solía decir que con lo que no sé se podría llenar un libro. Aquí está.
Tobias Wolff, Vida de este chico
Charles Bukowski
Dedicado a la mala escritura.
Para mi madre, Nedda Previtera Cashore, por su gracia especial con las albóndigas, y para mi padre, J.Michael Cashore, dotado con la gracia de perder (y encontrar) sus gafas.
A Conchita, mi mujer desde hace cuarenta años. Nuestro amor es ya casi un incesto.
Empecé este libro para Holly, lo terminé para Maddy.
¿Se puede dedicar un libro a una gota de agua salada?
A un viejo amor que murió sin darme tiempo a pedirle perdón.
Antoine de Saint-Exupéry, El Principito
A LEÓN WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños.
Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).
Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:
A LEÓN WERTH
cuando era niño
Al imaginario lector que podría pagarme medio paquete de cigarrillos si comprara mi libro. Te advierto que no sólo no me identifico con ninguno de los personajes, sino que además, de ninguno de ellos querría ser amiga… Cuidado con las sombras.
La idea para este libro me fue sugerida por un niño en un colegio que había ido a visitar, quien me pidió que escribiera un libro llamado El castillo ambulante. Escribí su nombre, y lo guardé en un lugar tan seguro que no he sido capaz de encontrarlo. Me gustaría darle las gracias.
A la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del sol, que me mandaba moras y claveles.
A Susana, que supo rebatirme, una tras otra, las cinco razones de peso que le expuse para no escribir jamás la novela.
A mis hijos que, sin duda, jamás nacerán.
La dedicatoria se suprime a petición de parte.
Fuente: http://www.eraseunavezqueseera.com/
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