Debo confesar que cuando
manifesté – como siempre lo hago en voz alta, para que familiares y amigos
tomaran dato – que quería leer un libro de Henning Mankell no puse mucho empeño
en investigar un poco más sobre la bibliografía de este escritor sueco. La
única referencia que tenía eran sus novelas de género negro o policiaco.
Desconocía que era autor de un grupo de novelas calificadas como Serie
Africana. El libro “Un ángel impuro” minaba las vitrinas de las librerías y
tampoco fui lo suficientemente diligente para leer la sinopsis. Cometí el error
de pensar que era otro de sus libros policiacos. Bueno, quizás no debo ser tan
inclemente con mi pequeño error, porque al final de cuentas no fue un libro
comprado por mí. Manifestar mis deseos en voz alta tuvo su resultado, este
libro cayó en mis manos como un regalo de navidad.
Por supuesto que una vez que
comencé a leer tuve una pequeña decepción y fue cuando me dediqué a hacer la
tarea completa e investigué sobre la Serie Africana y otras novelas de Mankell.
De acuerdo a lo investigado, Henning Mankell ha dedicado varias páginas donde
relata los problemas que azotan al pueblo africano. Esto debido a que el autor ha
distribuido su vida entre Suecia, su país natal, y Mozambique, donde dirige el
Teatro Nacional Avenida de Maputo.
Al final de todo, la novela logró
engancharme. Si bien no puedo argumentar que es un libro de lectura
imprescindible, si puedo decir que es interesante y atrayente.
“Un ángel impuro”, nos cuenta la
vida de Hanna Renstrom, una mujer que nació en un lugar recóndito de Suecia
donde imperaba el frío, la soledad y la pobreza. Tras la muerte de su padre y
las inclemencias del clima, la familia de Hanna, ahora conformada solo por mamá
y sus hermanos menores, se ve sumergida en una pobreza más aguda. Su madre
preocupada por la situación tan precaria en la que vivían, le notifica a Hanna
que debía partir a otra ciudad a casa de unos parientes. La adolescente de 17
años, recibe la noticia como una expulsión de su seno familiar a lo cual su
madre replica que es muy difícil mantener una boca más que alimentar y que ella
ya tiene edad para sobrevivir por sus propios medios. Hanna entiende que
marcharse es entrar en los linderos de la adultez y resignada acepta su
destino. Sin darse cuenta, empujada por las circunstancias, Hanna termina como
cocinera en una embarcación que va rumbo a Australia. Allí se enamora, casa y
enviudece. Atormentada por el recuerdo de su marido, decide que debe salir de
ese barco. Sola, alejada de su familia, se arriesga a comenzar de nuevo en una
ciudad desconocida. Ya en tierra se entera que está en Lourenço Marques una
ciudad africana. Aquí volverá a casarse, volverá a enviudar y como herencia
regentará uno de los burdeles más famosos y lucrativos de la ciudad. Mientras
todo esto sucede, Mankell, relata como Hanna deja atrás el frío de Suecia para
internarse en el exuberante, místico y discriminatorio calor de África.
Poco a poco, con una narración
pragmática, el autor, nos va descubriendo las injustas diferencias entre
blancos y negros. La dominación del blanco que teme a las costumbres y estilo
de vida del hombre negro y la sumisión del hombre negro que en el fondo teme al
blanco por su poder. La protagonista se engancha en esa vida de superioridad e
inferioridad. Con la permanente sensación de soledad y abandono, con la
inseguridad de su identidad como mujer blanca, con más dinero de lo que podía
imaginar, esta joven va creciendo y se enfrenta, no sin reticencia, a la vida
que le tocó vivir. Rodeada de personajes enigmáticos, mentirosos, rencorosos,
algunos puros en sus creencias y acciones, le cuesta ser partícipe del trato
que los blancos daban a los negros, pero al mismo tiempo en el intento por
comprender a los misteriosos africanos se encuentra con una pared de rechazo y
desconfianza.
Hanna, con sus diversos nombres –
Hanna Lundmark, Hanna Vaz y Ana Branco – deambula en un laberinto intentando
encontrar su sitio en el mundo. Asume responsabilidades para defender lo que es
justo y se fortalece ante el desconcierto de dos universos antagónicos, en los
cuales parece estar en el medio.
Henning Mankell, con una
narración simple, plantea argumentos concretos: los temores, las injusticias y
los horrores que viven dos mundos enfrentados por el desconocimiento que tienen
uno del otro. Me ha gustado la simbología que encierra un personaje, que debo
confesar ganó mi simpatía, el mono Carlos, quien como Hanna parecía no estar
muy claro de quién era y cuál era su lugar en África. No me arrepiento de haber
cometido el error. La lectura se me hizo agradable y ligera, gracias a la
precisión que imprime Mankell en sus descripciones y relatos.
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